Cuando se habla de contaminación la mayoría de las personas piensa en el esmog de las grandes ciudades o en los humos emitidos por las fábricas. Pocos saben que los ambientes interiores, relacionados con el CO2 producido por la elevada aglomeración, el uso de equipos de oficina y muchos otros factores, presentan concentraciones de agentes contaminantes comparables a las de los entornos exteriores, por no decir incluso superiores.
Este dato lo sostiene, por ejemplo, un estudio del Royal College of Pediatrics and Child Health y del Royal College of Physicians, que considera el ambiente interior entre 5 y 13 veces más contaminado respecto del ambiente exterior.
Así pues, la calidad del aire de espacios interiores asume un papel fundamental a la hora de garantizar el bienestar dentro de los lugares de trabajo y, en general, en todos los ambientes cerrados, también teniendo en cuenta el hecho de que las personas pasan en su interior la mayor parte del tiempo (hasta un 90%). Sin una adecuada ventilación y una correcta renovación del aire periódica, existe el riesgo de que los agentes contaminantes (contaminación atmosférica exterior y polen, pero también hongos, virus y bacterias) puedan alcanzar una concentración potencialmente perjudicial para la salud. Además, ya que abrir las ventanas y airear frecuentemente los locales es contraproducente por lo que se refiere al despilfarro del calor acumulado en los ambientes, la solución más inmediata y eficaz para solucionar el problema consiste en la ventilación mecánica controlada (VMC).